Cabecera

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lunes, 17 de septiembre de 2012

{ #Drugs

¿Conoces esa sensación? Al principio tan solo juegas, solo te parece divertido, interesante… Continúas jugando y lo que era un encuentro casual se empieza a convertir en ganas, te apetece, te apetece de verdad. Te sientes a gusto, te encanta, te hace sentir de un modo diferente y, cada vez que por casualidad te da por empezar, te das cuenta de que realmente el tiempo se te va. Se te va con una facilidad impresionante. Te preguntas realmente por qué te gusta tanto, y te percatas de que la respuesta simplemente es inexistente.

Entonces ese gusto, esa sensación agradable se empieza a convertir en ansia. Te pones nervioso, el corazón se acelera. Lo necesitas. Te llama en tu mente. Quieres llegar a casa cuanto antes para continuar donde lo habías dejado. Quieres más y más. Se te van las horas, empiezas a dedicarle todo tu tiempo, te encanta y no puedes parar, te resulta física y psicológicamente imposible, estás ansioso a todas horas, te cuesta pensar en otra cosa…

Ya no es ansia, es necesidad. Tu cuerpo, tu mente… Tú mismo empiezas a pedírtelo, a exigírtelo. Lo necesitas como si se tratase del respirar, lo necesitas como si de verdad dependieses de ello… Empiezas a darte cuenta de que el tiempo sin eso se hace interminable, te cuesta no pensar en ello… Ya no se limita a tu ámbito personal, empieza también en el profesional, empieza cuando estás con tus amigos, tu familia, en clase, en el trabajo… Siempre lo quieres. Siempre.

Aquello que empezó de ese modo se tiñe del color de lo obsesivo. Ya no puedes vivir sin ello, ya no puedes sobrevivir sin tu dosis. No solo lo necesitas, sino que lo quieres solo para ti. Te obsesionas y te vuelves egoísta, muestras constante recelo, muestras que no quieres que nadie más toque lo que es tuyo. Te arrastras, y necesitas que tu tiempo sea exclusivamente para ello del mismo modo en que necesitas que todo ello sea para ti. Quieres más y que los demás tengan menos.

Finalmente notas que no puedes tenerlo. Te das cuenta de que es físicamente imposible. Sabes que no es solo para ti. Pero eso no es lo peor, lo peor es saber que siempre habrá un momento en que no lo tengas. Unos segundos ya te parecen demasiado tiempo. El corazón se acelera, lo necesitas cuanto antes. Tu sangre bombea y tu pulso se dispara. Joder, lo necesito... Lo buscas, lo echas de menos, sientes que te falta algo dentro, te sientes medio vacío y no sabes cómo rellenar esa parte que te falta sin que sea exclusivamente con eso. Y en ese momento te das cuenta: Tienes un mono de cojones.

¿Qué haces? Puedes intentar desengancharte, pasarlo putas una temporada e intentar quitarlo de tu vida. También puedes recaer, seguir viviendo dependiente a causa de eso pero creer que vives algo más feliz…

Bien, ¿y si te digo que tú eres mi droga? Sí, tú eres esa droga de la que no dejo de escribir, la que necesito a todo momento y la que hace que me sienta jodidamente bien cuando la tengo y terriblemente mal cuando no estás. ¿Qué hago contigo? Te necesito en mi vida, te necesito las veinticuatro horas de un modo que raya lo enfermizo. ¿Merece la pena? Oh, sí, claro que lo hace. Me haces sentir tan bien… Siento una necesidad tan grande… Esa es mi droga, y voy a tener este terrible mono hasta que pueda rozar tu cuello con mis labios.


@IsSilvet }

lunes, 10 de septiembre de 2012

{ #A Dream

Mis ojos cerrados y el agua cayendo sobre todo mi cuerpo. El cristal de la ducha permanece cerrado y el único sonido a parte de mi respiración es el agua al chocar contra el suelo de la ducha. Algo me hace abrir los ojos y en mi expresión se nota que la paz de aquel momento se rompe. Alzo una ceja y giro levemente el cuello, lo suficiente como para ver que una silueta está de pie, aparentemente sin ropa, observándome.
Mi respiración se acelera un poco, pero permanezco calmado, el vaho y las gotas de agua que resbalan en el cristal provocan que me resulte imposible identificar a aquella persona. Trago saliva. ¿Voy a morir con una escena tan típica de terror americano? Me niego a deshacer el vaho que hay sobre el cristal, me niego a ver la cara de la persona que se encuentra observándome pacientemente desde el otro lado del material.

Al fin decide acercarse. Trago saliva y la adrenalina hacen de mi cuerpo un flan, un flan de albaricoque que tiembla mientras el caramelo desborda de su cabeza, dulce, sumamente dulce. La mano de aquel anónimo abre el cristal. ¿Tú? ¿Qué haces tú aquí? Mi corazón se acelera, aquello me provoca un miedo mayor que la muerte, aquello de que una persona tan importante para mí invada mi ducha provoca un cúmulo de sensaciones jodidamente insoportables.
Entras sin miedo y yo, por inercia, retrocedo sin estar del todo de acuerdo con lo que pasa en aquel preciso instante. Te miro y niego con la cabeza. ¿Qué coño se supone que estás haciendo? En el momento en que trato de hablar me callas con tu dedo y continúas acercándote. Mierda, la distancia empieza a escasear...

El miedo y la vergüenza golpean mi cara en forma de sangre, noto como el calor aumenta en la zona de mis mejillas, seguramente se hayan puesto algo rojas por la situación y el odio que siento por ti en ese momento. Sí, te odio, te odio por lo que me estás haciendo. Sabes cuán vulnerable soy... ¿Por qué me haces esto? Todo va bien hasta ese momento, ese jodido momento en el que no se te ocurre nada más que besarme.
No me besas suavemente en los labios, no, te lanzas y devoras mi boca, haciendo que retroceda hasta el cristal. Nada acaba ahí. Continúas, sin miedo, comiéndome la boca, besándome sin parar, invadiendo mi boca con tu lengua del mismo modo que has invadido mi ducha con tu cuerpo. ¿De qué vas? ¿Te has creído que puedes hacer conmigo lo que quieras? Sí, por desgracia puedes...

Un roce es suficiente para encenderme. Genial. Desde el primer roce, aquello se vuelve recíproco y se convierte en un no parar. Contra el cristal, besos, caricias... Mis manos recorren tu cuerpo, tu torso de arriba abajo, mi boca recorre tu cuello con ansia y termina en un fuerte mordisco en el cuello. Y ahí, contra la pared, todo se vuelve excesivamente perfecto.
Me despierto, sudando, desquiciado, excitado y algo desubicado. Parecía tan real... Muerdo mi labio sin impotencia, a pesar de cuán real parecía, sigues lejos. Sigues tan lejos como antes de acostarme y soñar contigo, tan lejos como siempre. La impotencia hace que me deje caer sobre la cama, pues me he incorporado para odiarme en silencio. Muerdo mi labio. Maldito inútil, ¿a qué esperas para hacer realidad tu sueño de una puta vez?


@IsSilvet }

{ #Just A Look

"Caminaba despreocupado por un oscuro callejón en una fría noche de invierno. Aquel chico trajeado, con ropa excepcional que contrastaba con su revuelto pelo y su mirada rebelde continuaba andando, sin dar tregua a sus pies, rodeado de edificios. Se le notaba atlético y apuesto, divertido en la mirada que tenía, color café… Sumamente sexy. Por su parte, la joven que caminaba en sentido contrario, esbelta, de un cuerpo prácticamente perfecto, ojos azules y pelo de un color rubio, bastante claro, caminaba con parsimonia, meneando sus caderas como solo una mujer sabía hacerlo, con un vestido que debería haber sido ilegal llevarlo. Rojo pasión. ¿Sería prostituta? En aquel momento se cruzaron. Fue un instante, una mirada, notaron como el tiempo se paraba y algo nuevo empezaba. El joven notó como ella jalaba de su brazo y en un movimiento rápido lo pegó contra la pared con fuerza, pegándose a su cuerpo; el castaño le miró alzando una ceja y ella respondió con una mirada a sus labios y un acercamiento que se transformó en un beso, sus labios se fundieron y esto hizo que enseguida el cuerpo de aquel niño rico respondiese poniendo una mano en su nuca y acercándola más, haciendo el beso más intenso.
La chica bajó a besar su cuello apasionadamente y éste se limitó a arquearlo ligeramente para que ella continuase, hundiendo su mano en el claro pelo de ella; siguió besando su cuello y subió hasta su oreja, pasando la lengua bruscamente por esta haciendo que el joven se estremeciese y un escalofrío lo recorriese de arriba abajo. Exquisito.

-Soy Amy, encantada. –Dijo riendo sensualmente en un suave susurro que llevó al chico al extremo.-

El chaval giró de manera que la rubia quedó contra la pared e hizo que le rodease la cintura con las piernas mientras ella desabrochaba su pantalón. Un botón, un mordisco en el cuello, una mirada intensa, unas manos deslizándose por el cuerpo de ella, una camiseta en el suelo, una falda levantada y unos pantalones bajados… Un polvo. Una serie de movimientos desenfrenados que les hacía llegar al máximo nivel de placer, gemidos por parte de ella, suspiros suaves por parte de él, un dedo rozando el cielo, puro éxtasis, un orgasmo, suspiros ahogados y, finalmente, dos respiraciones agitadas de cuerpos calientes, un aliento que se mostraba de forma visible al chocar con la baja temperatura del exterior.
Ambos se vistieron y no se dirigieron la palabra, ella siguió su camino y él se quedó un momento pensativo, en el sitio. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro sin poder evitarlo al palpar sus bolsillos, se giró y ella ya no estaba, no había sido solo un polvo, también había sido un robo."


Escrito hace muchísimo tiempo, que conste.


@IsSilvet }